Además de ello contaba con un cuello de gran longitud como ya habíamos podido señalar, siendo esta una de sus más notorias características.

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Su cola disfrutaba de un tamaño también considerable e incluso gozaba de la forma de un gran látigo, con el que seguramente podía  golpear a sus enemigos más frecuentes de un modo u otro, causando daños o heridas graves. Esto nos lleva nuevamente a observar como los dinosaurios herbívoros necesitaban de una determinada estructura anatómica para defenderse frente a sus depredadores.

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Sobre sus extremidades situadas en la zona delantera, podemos observar claramente que estas disfrutaban de un tamaño menor en comparación con las extremidades de la zona trasera.